La congregación de las Hijas de San Camilo fue fundada en Italia el 2 de
febrero de 1892 por el padre Luis Tezza, de la Orden de los Ministros de los
Enfermos (Camilos), y la madre Josefina Vannini, ambos
beatificados por Juan Pablo II en 2001 y 1994 respectivamente.La
congregación ha recibido del Espíritu Santo, transmitido directamente por san
Camilo de Lelis a través de los fundadores, el carisma de “testimoniar el
amor siempre presente de Cristo a los enfermos mediante el ministerio
espiritual y corporal, ejercido aun con riesgo de la vida”, a lo que las
Hijas de San Camilo se comprometen con un cuarto voto. De esta manera viven
las palabras evangélicas: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida
por sus amigos” (Jn 15,13).
El padre
Tezza formó, en 1891, en Italia, un grupo de jóvenes orientadas a la vida
religiosa para la asistencia de los enfermos, según el espíritu de san
Camilo. Conoció a Judith Vannini durante un retiro espiritual dado a las
señoras de la colonia francesa residentes en Roma. Le expuso su proyecto de
fundar una congregación religiosa inspirada en las enseñanzas de san Camilo.
Nació así, el 2 de febrero de 1892, la congregación de las Hijas de san
Camilo. El 19 de marzo, Judith vistió el hábito religioso, cambiando su
nombre por el de sor Josefina Vannini, siendo nombrada superiora de la
congregación naciente. Con ello se plasmaba en el mundo de la mujer lo que
San Camilo pedía a sus religiosos: que trataran a los enfermos “con toda
diligencia y caridad, con aquel afecto que suele tener una madre amorosa con
su único hijo enfermo”. Las Hijas de San Camilo practican, consecuentemente,
la ternura, la acogida, la capacidad de escucha y la empatía. Y, como les
decía su fundador, el P. Luis Tezza, deben beber “en la fuente del Corazón
Divino ese espíritu de santa caridad que las haga estar llenas de ternura,
entregadas y como verdaderos ángeles junto al lecho de los enfermos y los
pobres”.
La congregación
de las Hijas de San Camilo fue aprobada en 1931 por la Santa Sede.
La espiritualidad
Las Hijas de San Camilo, por ser ministras del amor misericordioso de
Jesucristo con los enfermos, proclaman la fe que en san Camilo y en los
fundadores actuaba mediante la caridad, por la cual veían en los enfermos a
Cristo crucificado. En esta presencia de Cristo en los enfermos y en los que
los asisten en su nombre, encuentran la fuente de su espiritualidad. El
fundamento evangélico radica en estas palabras de Jesús: “Venid, benditos de
mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del
mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de
beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo
y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme” (Mt 25, 34-36).
Jesús
crucificado ocupa el lugar central en la espiritualidad de las Hijas de San
Camilo y, por eso, desean vivir solamente para Jesús, que sufre en la cruz y
en los enfermos como hermano universal. De la Virgen María aprenden la
entrega y el sacrificio por los demás, la ayuda y el saludo consolador de
salvación como medios para llevar a los enfermos a Jesús.
El estilo
El estilo
característico de las Hijas de san Camilo se encuentra en el lema: “Bene
omnia fecit” (“Todo lo ha hecho bien”) (Mc 7, 37). Este lema, que resume el
comportamiento y el trabajo de Jesús, fue acogido por nuestros fundadores y
transmitido a las Hijas de san Camilo. Escribe la madre Josefina Vannini:
“Tratemos de que nuestras más pequeñas acciones tengan la perfección que el
Corazón Sagrado de Jesús pide a sus esposas; por tanto, rectitud en todo y
para todo de manera que agrademos cada vez más al Señor”.
El padre Luis
Tezza, por su parte, afirmaba que la santidad no consiste en hacer grandes
cosas, sino “en hacer el bien, y este bien, bien hecho, en la condición, en
el estado en el que Dios nos ha puesto. Nada más, solamente eso”. La
fecundidad del ministerio brota de la amistad personal con Dios y, como
recomendaba el fundador, de la práctica más íntima y perfecta de la caridad
fraterna.
El ministerio
Nuestro
instituto tiene como finalidad el servicio completo al enfermo en la
globalidad de su ser. A su persona prestamos todo nuestro cuidado, de acuerdo
con sus necesidades y con nuestra capacidad y competencia. Por tanto,
asumimos nuestro servicio en el mundo de la salud para la edificación del
reino de Dios y la promoción del hombre, comprometiéndonos en la humanización
de las estructuras sanitarias y anunciando el evangelio de la caridad.
Las misiones: un honor y un empeño
El sueño del fundador de misionar en África se concretó en 1967, con la
llegada de las cuatro primeras misioneras de las Hijas de San Camilo a
Burkina Faso (África), invitadas por los Padres Camilos a colaborar en las
actividades misioneras y evangelizadoras.
En los
últimos 40 años nuestro instituto ha dado un gran impulso a la expansión de
la actividad misionera. Juan Pablo II nos recuerda que somos “llamadas a ser
signos concretos de la ternura de Cristo, sobre todo donde el sufrimiento
oprime al ser humano en el cuerpo y en el espíritu”, y nos alienta a
“continuar por este camino, animadas y sostenidas por el ejemplo del beato
Luis Tezza, auténtico «peregrino por la misión»”.
Nuestra
participación en algunas naciones más típicamente “misioneras” tiene características
propias. Por ejemplo, en África y en India, además de nuestra labor
evangelizadora, desarrollamos nuestro trabajo misionero en centros de salud,
atendiendo a las madres gestantes, cuidando de niños prematuros y recién
nacidos, visitando a domicilio a enfermos en los pueblos donde no tienen
oportunidad de ser atendidos por los médicos, etc.
La prevención
de las enfermedades es un trabajo continuo, así como también la formación
inicial de los niños y la de los adultos. En Uagadugu (Burkina Faso) contamos
con una escuela de economía doméstica, donde ensañamos los oficios de coser,
tejer, cocinar, higiene, etc. En Tadepalligudem (India) hay un hospital
especializado en la atención a enfermos de tuberculosis, SIDA y lepra.
Esta labor
silenciosa y cotidiana es nuestra aportación al desarrollo de la sociedad
local, la armonía y el bienestar de las familias y el empoderamiento de las
mujeres.
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